ACCIDENTES DE SENDERISTAS EN LA MONTAÑA

¿Por qué se matan los senderistas en la montaña?


Las estadísticas son claras: Una excursión de senderismo por montaña es la actividad que provoca mas intervenciones de los servicios de socorro, provocando más defunciones que el alpinismo. La llegada masiva de nuevos practicantes poco conscientes de los peligros, no lo explica todo. Siempre hay un gran número de accidentes por falta de información y de formación, y, fundamentalmente, por falta de conciencia de los peligros propios de esta actividad.

Desde hace veinte años, el aprendizaje y la prevención de riesgos ha evolucionado mucho en escalada, alpinismo, y más recientemente, en via ferrata. Sin embargo, el senderismo queda fuera de este aprendizaje, a pesar del fuerte aumento de su práctica. Puesto que el senderismo es una actividad de fácil acceso, se practica masivamente de manera individual y descontrolada, escapando a toda posible regulación.

Desde 1996, el Consejo Superior de Deportes de Montaña (CSSM) trata de comprender las razones de estos accidentes. Arnaud Pinguet y Brice Lefèvre, encargados del análisis en el ENSA de Chamonix, desconfían de conclusiones precipitadas. “Los factores de los accidentes son múltiples y complejos”. Pero recomiendan un esfuerzo de información hacia los senderistas en montaña, por encima de una reglamentación, que sería una contradicción con la libertad de movimientos que se desea encontrar en la montaña.

Algunos ayuntamientos de las comunidades de montaña, por miedo a posibles acciones judiciales contra ellos, reaccionan con edictos más o menos legales, u ocultan los itinerarios que presentan algún riesgo. En los últimos cuatro años, los paneles o señalizaciones, que indicaban dichos riesgos, han desaparecido. Igualmente, las indicaciones en las últimas cartas del Instituto Geográfico Francés han sido suprimidas. Esta situación da lugar a una libre interpretación de la seguridad, que depende fundamentalmente de quien practica montañismo y de nuestro patrimonio. De hecho, un gran número de itinerarios están amenazados, con frecuencia los más bellos e interesantes, desprovistos de su carga cultural y de tradición de más de un siglo, cuando se exploraba la montaña con el simple afán de aventura.

Indicar en un panel un paso escarpado sin otra indicación constituye una incitación. Produce temblor imaginarse a familias o personas sin experiencia colgadas de cables o en equilibrio sobre una repisa en medio de una pared. Uno se pregunta siempre, por qué los ayuntamientos o las autoridades no ponen paneles indicando claramente los posibles riesgos y recomendaciones. Este fenómeno es especialmente sensible en un macizo como el de Chartreuse: sus cornisas o fajas, sus travesías, que constituyen parte de su personalidad, están hoy reservadas a una transmisión boca a boca, casi confidencial. Algunos responsables del Parque Natural Regional se preguntan si esta es una situación correcta. El miedo a la responsabilidad penal por parte de concejales, alcaldes u otros cargos es infundado. René Ternoy, representante del procurador de la república en Albertville, deplora la sicosis de los políticos: “La búsqueda de posibles responsabilidades tiene un efecto dañino para el turismo en un macizo como el de la Chartreuse, ya que no hay ningún caso de actuaciones contra concejales o alcaldes en materia de senderismo estival. Las actuaciones en estos términos conciernen a los accidentes fuera de pista en invierno, y siempre van dirigidas contra los acompañantes profesionales, jefes scouts, o responsables de colonias de vacaciones, como consecuencia de errores de actuación”. Pero el simple hecho de ser interrogados por policías encargados de realizar las pesquisas siembra el pánico. Por ello, después de la muerte de una niña en el sendero de la gruta del Bournillon en Royans, los agricultores han cerrado el acceso a las vías de escalada de Presles situadas en su propiedad. (“Si usted tiene un accidente, tendremos que ir a la policía, como nuestro compañero.... (el citado compañero era el propietario del sendero de la gruta ).

El Parque de la Chartreuse ha retirado toda la señalización de su reserva natural sobre las altas plataformas (con excepción del GR9) por una preocupación ecológica. Esta medida no es unánime entre los profesionales de la gestión del territorio. Para Dominique Giard, encargada de recepción e información del Parque Nacional de la Vanoise “las reservas situadas en nuestro territorio tiene la misma señalización que el resto, lo que evita la dispersión de los senderistas en la naturaleza”. Quedan muchas cosas por hacer.....Entre las preocupaciones sobre seguridad, jurídicas, ecológicas, técnicas y fundamentalmente, financieras, los amantes de la montaña no saben a que atenerse.

Los accidentes tienen causas múltiples e inesperadas......La mayor parte de las intervenciones son debidas a falta de atención y a una cierta despreocupación en senderos fáciles. No hay que olvidar que un terreno escarpado tiene, lógicamente, riesgos, y da lugar a la mayor parte de los accidentes mortales. Las consideraciones que siguen son su fundamento:

1. El primero de los “malos hábitos” es la dramática confusión entre dificultad y exposición al peligro, que tienen el 99% de los senderistas: “esto no es muy dificil, entonces no es peligroso. Puedo hacerlo y llevar a mis amigos o a los niños”. Un itinerario, aunque sea escarpado, no tiene por que ser difícil técnicamente, pues entonces sería escalada. La escalada es una actividad muy técnica, pero finalmente poco peligrosa, salvo en ciertas vías con roca inestable o en elevada altitud. Se puede decir que con los métodos de seguro modernos, una escalada difícil y abrupta comporta menos riesgos, puesto que la caída (prevista y aceptada) está perfectamente asegurada y exenta de golpes. Hay que destacar que los dos tercios de los accidentes de alpinismo ocurren también en los recorridos catalogados como fáciles y poco difíciles. En ningún momento podemos dejar de prestar atención a los gradas o fajas herbosas inclinadas hacia el vacío. Lionel Terray no cometió más que este error, pero fue fatal para él en el Gerbier.

2. El segundo de los malos hábitos es la confusión entre necesidad de asegurarse y la ayuda a la progresión por algunos elementos in situ. Un ejemplo: los famosos “cables” (¡en ocasiones viejas cuerdas fijas!), situadas para asegurar un paso, no tienen otro efecto que el de incitar a las personas a introducirse en pasos arriesgados, creyendo que no necesitan encordarse o asegurarse. El caso de la Vía de los Cables en Chamechaude, que ha conocido una verdadera hecatombe, es edificante. El cable cuelga en una chimenea vertical en lo alto de un corredor muy abrupto. De hecho, se trata de un paso de escalada III si se sabe separar las piernas sobre los bordes de la chimenea, pero los senderistas se ayudan únicamente de la fuerza de sus brazos. Nos encontramos, por tanto, en una situación surrealista: personas que no poseen una técnica básica en escalada se encuentran sin ningún seguro en un paso, que mal afrontado, se convierte en IV+......Tras este análisis, Georges Elzére apunta “que sería más seguro retirar los cables y no dejar más que los spits o anclajes, lo que obligaría a asegurarse. Para otros, entre ellos algunos responsables de los ayuntamientos, preferirían transformar este tipo de pasos en verdaderas vías ferratas, aunque, como destaca Alain Rougier, guía y encargado de las actividades de aire libre en el Parque de la Chartreuse, “la montaña morirá a fuerza de ser ordenada”.

3. El conocimiento del material y de su utilización es muy superficial. Muchos senderistas o montañeros añaden cierto esnobismo al no llevar cuerda “por que no es un itinerario difícil”, pero raramente saben utilizarla. Nunca se lleva un arnés, mosquetones o descendedores. Ningún medio eficaz en pasos del tipo Vía de los Cables en Chamechaude.

4. Muchos senderistas se conforman con el mapa o se confían a una baliza o un panel informativo. Pero ninguno de estos elementos proporcionan detalles sobre posibles peligros, ni sobre el material que podemos necesitar. Desgraciadamente, las topoguías utilizan muchas veces un sistema de acotaciones superficiales (por ejemplo de 1 a 3), que manifiesta esa famosa confusión entre dificultad y exposición. En escalada, las acotaciones sirven únicamente para precisar la dificultad. Los peligros concretos (roquedo en mala condición, etc) y el material son objeto de un comentario detallado. Definir un itinerario de senderismo deportivo se revela insuficiente y puede ser peligroso. Algunos responsables de comunidades, ayuntamientos o parques proclaman hoy la necesidad de un mapa, tras consultar con los editores, donde se mencionen de una manera mas profunda la naturaleza de los peligros, que pueden afectar a senderistas o practicantes de montañismo, con consejos sobre el material necesario, etc Es bueno, además, verificar la actualización de las topo-guías, pues algunos editores poco escrupulosos reeditan sin modificaciones algunas ediciones de hace treinta años.

5. El error en el itinerario, consecuencia de la utilización del mapa ( o del instinto) es responsable de muchas intervenciones de los servicios de socorro. En terreno escarpado difícilmente se encontrará la forma de rodear un paso con un mapa. Personalmente asistí a la caída mortal de un joven montañero, al confundir su grupo uno de los pasos y aventurarse por una barrera rocosa. Se encontraban desviados 100 metros a la izquierda, debido a una mala lectura del mapa. Se puede argumentar que, generalmente, estos pasos están señalados. Pero es preciso saber donde encontrar esas marcas, que cualquier topo-guía solo menciona. La redacción de los autores de topo-guías se complica hoy con el borrado de las marcas, sobre todo en Chartreuse.. El trabajo realizado en este parque con el fin de evitar las pinturas, apenas es más estético. Algunas pinturas además de feas eran incoherentes, tenían color o forma propia. En definitiva, anarquía total......¿No hay medio de reemplazar esas ancestrales flechas multicolores por una señalización más discreta y preventiva?. Georges Bernard, presidente del CAF Grenoble y de la comision nacional de senderismo, prefiere formación a señalización. "Cada salida a la montaña debería ser una aventura controlada. En cada accidente se constata la realidad de una práctica inconsciente.

6. Se puede añadir a la lista negra de pèligros la presencia ocasional de la nieve, que nunca detiene a quienes están empeñados en alcanzar su objetivo a toda costa Aquí se añaden peligros propios del alpinismo. Como recuerdan los investigadores del CCSM: "En montaña, el riego cero no existe y nadie está a salvo de un error o de la fatalidad". Sin embargo, como señala Georges Bernard, en los cursos de iniciación del CAF " la mayor parte de los senderistas no saben marchar sobre la nieve, ni realizar autodetención en un deslizamiento". Añadiría que muchos no saben estimar el estado de la nieve en la montaña, no se informan y no tienen el material necesario. Ni siquiera imaginan las utilidades de un piolet... Los senderistas, al igual que los alpinistas, tienen necesidad de realizar un esfuerzo de formación e información necesarios para reducir los riesgos al mínimo posible, de tal manera que no se pueda reprochar a los políticos, que ordenan el territorio excepcional que ellos gestionan al nivel de la llanura.



Senda del Cares, paseo de alto riesgo ( 26-8-2.001). La gran popularidad de la garganta del Cares y la aparente sencillez de la senda que la recorre han convertido esta cicatriz de los Picos de Europa en el «punto negro» de la montaña asturiana. En lo que va de año tres personas han perdido la vida en la ruta de doce kilómetros que comunica la localidad cabraliega de Poncebos con la leonesa de Caín (aunque el sendero original continúa hasta Posada de Valdeón). Tanto la Guardia Civil como el CEISPA recomiendan a los excursionistas que van a hacer la ruta del Cares que tengan en cuenta que se trata de una senda situada en zona de alta montaña y que antes de emprender camino tomen todas las medidas de seguridad oportunas. Las peculiaridades orográficas, una preparación física insuficiente y, sobre todo, un equipamiento inadecuada, son los motivos de la mayoría de los accidentes. Unos 200.000 excursionistas caminan cada año durante las aproximadamente cuatro horas necesarias para llegar de Caín a Poncebos sin perder de vista el río Cares. El grupo de rescate del CEISPA ha realizado este año nueve intervenciones en la garganta y en todas ellas ha precisado del helicóptero para desplazarse con urgencia a la zona. Las estadísticas de este equipo de salvamento dicen que un 70 por ciento de los accidentes mortales que se producen en la montaña asturiana a lo largo del año tiene lugar en la senda del Cares. El verano es la estación en la que se registra mayor número de accidentes. Son muy habituales entre los senderistas los conocidos como «golpes» de calor. El cuadro clínico es similar a la hipertermia, favorecida por una temperatura elevada del ambiente, que sumada al desgaste físico y la deshidratación puede ser mortal. Los golpes de calor provocan efectos a largo plazo en los pacientes muy difíciles de prever y, en algunos casos, irreversibles. El perfil del excursionista atendido en el Cares es, según los equipos de rescate, el de una persona con baja forma física, habitualmente entrada en kilos y que va vestida y/o calzada de forma inadecuada. Los rescatadores inciden en que el calzado es lo más importante ya que el suelo de toda la senda está repleto de piedras sueltas. Además, la roca caliza que hay en los Picos de Europa se comporta como papel de lija cuando está seca, pero mojada es muy resbaladiza. Son frecuentes los accidentes con fractura de piernas por resbalones o caídas debidos a un calzado deficiente. De hecho, lo más habitual es que los equipos de rescate atiendan a personas heridas en la misma senda porque se hayan caído. Son menos frecuentes los casos de excursionistas que se despeñan y se caen al río, que a veces corre unos 200 metros más abajo del camino en una caída vertical. «Ha habido diversas caídas al río y muchas han sido de personas que se disponían a sacar una fotografía», aseguró uno de los rescatadores.

En una zona determinada de la garganta la senda se bifurca y, a medida que avanzan, los dos caminos comienzan a distanciarse en altura. Los rescatadores han certificado casos de excursionistas que van juntos y deciden separarse para probar ambas rutas. Cuando se dan cuenta de la diferencia de altitud, los que van por el camino bajo tratan de trepar por la roca para volver a la senda original y no son pocos los que se accidentan. De la ruta del Cares salen varias canales que recorren verticalmente los fuertes desplomes de los dos macizos (central y occidental) que separa la senda. Excursionistas inexpertos tratan de trepar por ellos y algunos han resultado heridos. La garganta del Cares es un corte vertical en la montaña, por lo que es frecuente el desprendimiento de piedras. Una de ellas causó la muerte a una joven el pasado mes de junio. La roca la golpeó brutalmente en la cabeza y le provocó un severo traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte. Los vientos que soplan en la ruta convierten la pequeña grieta excavada por el río en un tubo de ventilación en el que hay poca capacidad de maniobra. Los pilotos del CEISPA tienen localizados varios puntos para aterrizar, pero no siempre es fácil alcanzarlos. La dificultad aumenta en los días de calor, ya que la densidad del aire disminuye y la sustentación del rotor es mucho peor. La garganta del Cares se levanta a unos 200 metros del nivel del mar, pero el calor en esta zona sitúa al helicóptero en las mismas circunstancias que si volase a 2.000 metros del suelo. En muchas ocasiones, para lograr una posición determinada, el piloto debe realizar la misma maniobra varias veces, hasta que los factores meteorológicos le permiten conseguirlo. Los 25 minutos de viaje del helicóptero desde la base de La Morgal hasta la senda del Cares en algunas ocasiones resultan baldíos. Los acompañantes de un herido suelen emplearse a fondo en evacuarlo cuanto antes, aunque ya hayan avisado a los equipos de emergencia. Los rescatadores aseguran que es «una reacción natural tratar de sacar a un herido de la zona en la que se ha accidentado».

Otras veces los miembros de los equipos de salvamento se ven obligados a realizar tareas más allá de sus competencias. Fue el caso de la evacuación del último senderista fallecido en la garganta del Cares, Juan José Martínez García, de 63 años, un reputado catedrático de Ingeniería Aeronáutica de Madrid, colaborador de la NASA, que había sido profesor del astronauta español Pedro Duque. Falleció de una insuficiencia cardiaca mientras cubría el trayecto en compañía de su hija. Cuando llegaron los socorristas, se encontraron con una situación dramática: nada podían hacer ya por el profesor cántabro.

La falta de información y de preparación física es la principal causa de accidentes en las zonas de montaña de la comarca oriental del Principado. Al menos así se desprende de los informes de la Guardia Civil de Montaña. Unos datos que además, indican que es la ruta del Cares, dentro de los Picos de Europa, el lugar que mayor índice de incidencias registra y es más «conflictivo», especialmente durante el verano. Y es que además esta es una de las sendas de mayor peligrosidad para los caminantes.

Esto es así, explican en el Instituto Armado, por dos causas. Una, el vacío existente en la ladera de esta ruta. Otra, la «inestabilidad» de las piedras en esta zona. Algo que genera «constantes desprendimientos» en esta senda que pueden acabar «afectando a las personas que transcurren por ella».

Precisamente en esta senda se producía un accidente hace menos de 15 días, cuando una mujer caía hasta el río Cares después de sufrir un golpe de calor. Esta última afección, señala la Guardia Civil, es una de las causas principales que generan la intervención de los equipos de rescate.

Junto a los golpes de calor, las contusiones, esguinces y toda clase de percances físicos que «impiden seguir avanzando en la práctica del montañismo y senderismo» centran durante el verano la actividad de los agentes en las diferentes zonas montañosas, principalmente los Picos de Europa, de la comarca oriental. Un parque nacional por el que pasan miles de personas, que en ocasiones carecen del material específico para practicar el senderismo.

Otra de las causas que la Guardia Civil destaca dentro de los factores que ocasionan accidentes en las áreas de montaña del Oriente del Principado.

En el invierno, cambian las tornas y la mayoría de las asistencias de Guardia Civil, que cuenta desde 1982 con un equipo de Montaña (GREIM) en Cangas de Onís, consisten en la búsqueda de personas desaparecidas.

Intervenciones

En lo que va de año, el Servicio de Montaña de la Guardia Civil ha llevado a cabo un total de 99 intervenciones, con un balance de 14 fallecidos, 46 heridos y 147 ilesos en el ámbito geográfico que abarca la Comandancia de Gijón. Es decir, los municipios de Piloña, Parres, Cangas de Onís, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Amieva, Ponga, Cabrales, Gozón, Campo de Caso y Laviana.

De todas esas actuaciones, el equipo de Cangas de Onís ha desarrollado desde enero cinco asistencias, con dos fallecidos, cuatro heridos y cinco ilesos.

Ahora, con el inicio del verano, se incrementa notablemente el volumen de actividad de los agentes destinados a la montaña. En ese sentido, se prevé la ampliación de la dotación, que el resto del año se mantiene en 10 personas.

Sólo en los meses de verano -junio, julio, agosto y septiembre- los agentes de montaña realizaron 41 intervenciones, 17 de ellas a cargo del equipo de Cangas. Durante el periodo estival de 2004, hubo cinco fallecidos, 15 heridos y 42 ilesos. De estos casos, la sección canguesa intervino en 17, con un resultado de ningún fallecido, ocho heridos y 23 ilesos. Así, en el verano se triplican las incidencias a las que acude este grupo cangués.

La recién iniciada campaña veraniega no ha comenzado con buenos augurios. El mismo día en el que resultaba herida la mujer irlandesa que cayó al Cares, fallecía un montañero al despeñarse por el pico Torrecerredo, también en el Parque Nacional de los Picos de Europa. Para llevar a cabo su actividad, los agentes cuentan, además del material específico puntero, tanto de comunicación como de rescate, con vehículos todoterreno adecuados, con el apoyo de perros y el helicóptero de la Guardia Civil, con sede en La Morgal. Su trabajo se centra en prestar auxilios a las personas accidentadas, perdidas o aisladas en zonas de montaña o en lugares de difícil acceso, como edificios, acantilados, chimeneas, cuevas En general, tienen encomendada cualquier labor en zonas que por su dificultad orográfica o climatológica requieran de una preparación física y técnica, así como el empleo de medios específicos.

Recomendaciones

Las recomendaciones que la Guardia Civil realiza a quienes se decidan a disfrutar de un día en plena naturaleza son fáciles de seguir, aunque no siempre quien opta por recorrer alguna de las sendas o rutas de alta montaña las siguen.

Beber abundantes líquidos para contrarrestar los efectos del calor y evitar la deshidratación es uno de esos consejos. También recuerda la necesidad de llevar calzado y ropa adecuada, sin olvidar una protección solar adecuada: gafas de sol y una protección para la cabeza. Y en cuanto a los zapatos, se indica la idoneidad de no estrenar calzado cuando se va a caminar por zonas como los Picos de Europa.

Además de no ir nunca solo cuando se sale a la montaña, tampoco hay que olvidar el teléfono móvil. Resulta «muy útil» en caso de necesitar comunicarse si se produce una emergencia.